WINDHOEK, Namibia, 12 de mayo de 2017 (LWI) – La teología luterana, especialmente en lo referente al rol de la mujer en la sociedad, es un mensaje de esperanza para quienes son víctimas de violencia moral, física y sexual, dijo el eminente cirujano congolés Dr. Denis Mukwege al hablarles a luteranos y luteranas de todos los rincones del mundo.
“Somos nosotros/as, los herederos y las herederas de Martín Lutero, quienes con la ayuda de la palabra de Dios, debemos exorcizar a los demonios machistas que someten al mundo, para que así las mujeres que son víctimas de la barbarie masculina puedan experimentar el reino de Dios en sus vidas,” dijo Mukwege al pronunciar la conferencia principal en la Duodécima Asamblea de la Federación Luterana Mundial (FLM) el 11 de mayo.
Mukwege es un médico de la República Democrática del Congo y un líder en África y en el mundo que ha asumido una clara postura en favor de la dignidad y los derechos humanos, especialmente de las mujeres que son sobrevivientes de violencia sexual en situaciones de conflicto.
“Estas mujeres son mis heroínas,” dijo. “Han sido mi inspiración,” agregó, mientras señalaba que el apoyo de Martín Lutero a la inclusión estableció los principios para la ordenación de las mujeres al ministerio.
“Dirijan como mujeres”
Mukwege recibió una entusiasta ovación de los/as participantes de la Asamblea cuando les exhortó a las mujeres: “Dirijan como mujeres; actúen como mujeres; sean ustedes mismas—esta es vuestra fuerza y esta será nuestra oportunidad.”
Mukwege es un activo laico cristiano que ha sido galardonado con varios premios internacionales muy prestigiosos, como el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2008 y el Premio Sakharov para la Libertad de Conciencia en 2014, y ha sido nominado para el Premio Nobel de la Paz.
Luteranos y luteranas de todos los rincones del mundo están reunidos en Windhoek, la capital de Namibia, del 10 al 16 de mayo, para la Asamblea, y el orador principal dijo que tiene conocimiento de que “la iglesia luterana” lucha por los derechos de la mujer.
Mukwege centró su discurso en el tema de la Asamblea, “Libres por la gracia de Dios,” que será también el foco de la conmemoración global de los 500 años de la Reforma este domingo en el estadio Sam Nujoma en Katutura, muy cerca de Windhoek.
Hijo de pastor
Mukwege, que es hijo de un pastor, dijo que su compromiso con las personas sin voz tiene su origen en su historia familiar y en la pregunta que un día le hizo a su padre cuando visitaba con él a unos enfermos: “Papá, tú oras por los enfermos, pero ¿por qué no les das medicamentos?” Su padre contestó: “Yo no soy médico.”
Aquel fue el día en que nació su vocación y Mukwege contó que estudió medicina pediátrica para contribuir a la erradicación de la mortalidad infantil. “Pero durante mi primer año de ejercicio de la medicina me encontré, lamentablemente, con el alto índice de mortalidad maternal.”
El médico congolés señaló que la violencia contra las mujeres, las violaciones y la misoginia no suceden sólo en África, sino en todo el mundo. Mukwege habló del incesante conflicto en la República Democrática del Congo, que ha generado una masiva revuelta “motivada por la necesidad de controlar el subsuelo congolés.”
Esta guerra, en la que inicialmente participaron siete estados africanos, y que ha sido denominada como la primera gran guerra africana, no tiene motivos étnicos,” y tampoco involucra a fanáticos religiosos. “Es una guerra económica que ya ha ocasionado la muerte de más de cinco millones de personas, y miles y miles de mujeres han sido violadas.”
El médico congolés dijo que la primera respuesta a “esta barbarie” fue la de hacer un esfuerzo para tratar a las mujeres que habían sido víctimas de violencia sexual física y psicológica.
Denunciar la violencia
Cuando se comenzaron a dar casos de niños y niñas producto de violaciones que a su vez sufrieron violaciones, “debimos salir a pronunciarnos fuertemente y a denunciar esta barbarie inconcebible. Esta es la razón por la que estoy con ustedes en esta mañana.”
“¿Cómo podemos aceptar estas prácticas inhumanas en pleno siglo XXI?,” preguntó Mukwege. “Esta es la razón por la que de tanto en tanto elijo dejar la sala de operaciones para hacerle conocer al mundo el sufrimiento indescriptible de nuestras compañeras, hermanas, madres e hijas, que son seres humanos iguales a todas las demás personas.”
El Dr. Mukwege dijo que quedó claro que quienes planearon y ejecutaron las violaciones sistemáticas lo hicieron como un arma de guerra para alcanzar objetivos como el de humillar a sus adversarios. Llamó la atención sobre el hecho de que mientras se ha prohibido internacionalmente el uso de armas químicas, no se tomado todavía una decisión similar respecto de la violencia contra las mujeres en las guerras.
El cirujano congolés dijo que lo llenaba de alegría estar entre luteranos y luteranas en la asamblea, dado que “representan a decenas de millones de cristianos/as alrededor del mundo.” La FLM representa a 74 millones de luteranos/as de 98 países.
“Estoy convencido de que encontraré en ustedes oídos atentos y bocas fieles para hacer escuchar los gritos de las mujeres que son víctimas de violencia sexual, para que nunca más haya impunidad para los responsables de los actos de violencia sexual en contra de las mujeres,” dijo Mukwege.
“Teología de la estima de las mujer”
Señaló que si “nuestra fe” está definida en términos puramente teóricos, pero desconectada de las realidades prácticas, “no podemos cumplir la misión que nos ha encomendado Cristo.”
Mukwege dijo que el propósito es pensar acerca de “la credibilidad del evangelio en el siglo XXI y liberar la gracia que hemos recibido haciendo de la iglesia una luz que continúe brillando en este mundo de oscuridad a través de nuestras luchas por la justicia, la verdad, la ley, la libertad, en fin, la dignidad del hombre y de la mujer.”
Esta es la razón por la que las “teologías misóginas” que comunican menosprecio, insulto y consecuentemente violencia en contra de la mujer, deben ser “corregidas y reemplazadas por la teología de la estima y del aprecio de la mujer.”
“Es una tarea que no puede esperar. Debe ser parte del catecismo que les enseñamos a nuestros niños y niñas,” dijo el médico congolés.
“La misión que la iglesia tiene en la tierra es una misión profética de instruir y también de denunciar el mal. Tenemos la obligación de trabajar en todos los niveles de nuestra sociedad para promover la adopción de leyes y mecanismos que permitan la rehabilitación y la plena realización de las mujeres.”