La migración en esta área donde las personas dejan sus hogares porque buscan la reunificación familiar en los Estados Unidos. No obstante, la realidad es que la mayoría deja sus países por la situación de inseguridad que provoca la violencia y la criminalidad, sobre todo en los tres países del llamado “Triángulo Norte”: Guatemala, Honduras y El Salvador.
Así lo expresó Elena Cedillo, representante regional del Programa Centroamérica, de la Federación Luterana Mundial (FLM) durante el taller “”Inseguridad, Migración y personas en movimiento: Experiencias de Centro América”, que se desarrolló en el marco de la Duodécima Asamblea de la FLM. El programa tiene su radio de acción en los citados países y en Nicaragua.
Cedillo explicó que al hablar de Triángulo Norte se refiere a las naciones que presentan mayores índices de migración, sobre todo hacia Estados Unidos. En este contexto, explicó que al final de 2016, las cifras de personas retornadas, es decir que migraron, pero que fueron deportadas, tanto de Estados Unidos, como de México, fueron: en El Salvador: 52,938, de esta cantidad, 9,259 eran niñas, niños y adolescentes (NNA).
Asimismo, en Honduras fue de 69.370, de este grupo, 9,240 eran NNA, y en Guatemala, la cantidad de personas retornadas fue de 91,607, de estas, 12,512 eran niñas y niños, explicó. La creciente violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras obligó a miles de mujeres, hombres y niños a abandonar sus hogares en 2015, principalmente hacia México y Estados Unidos, según indica la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Durante la presentación, la funcionaria presentó el mensaje del obispo salvadoreño Medardo Gómez, quien reconoce el problema de inseguridad en El Salvador por la falta de oportunidades, de empleo, pero sobre todo por la inseguridad que acecha a la población, sobre todo por las pandillas. En este sentido, recomienda que a los miembros de estas estructuras criminales, no solo se les apliquen medidas punitivas, sino también se les ofrezcan programas de ayuda para que abandonen sus actividades delictivas.
Una de las causas de que los jóvenes entren en las pandillas es porque estas controlan algunos territorios y reclutan a los menores de edad para que delincan, a través de la extorsión y el crimen, entre otros delitos. La ciudadanía es amenazada y para huir de esta situación es que muchas y muchos migran porque tienen que huir cuando son amenazados o son víctimas directas e indirectas de estos grupos, expresó Elena Cedillo.
FLM/Zoraya Urbina